El surgimiento del estado
Con el Renacimiento aparece una nueva forma de organización política, el Estado moderno. Es un proceso de unificación de territorios bajo una misma jurisdicción, el monarca con la subordinación de la nobleza y el clero. Se dio sobre todo en países como Inglaterra, Francia y España.
La ciudadanía como pertenencia al Estado
La idea de Estado moderno trae consigo una nueva idea de ciudadanía. Ahora un ciudadano es un súbdito que debe obediencia al Estado y como tal es un sujeto con derechos y deberes.
Ahora bien, si el Renacimiento se caracteriza por la vuelta de las ideas del mundo grecorromano, y entonces solo se consideraba ciudadano a aquel que participaba en la vida pública, ¿puede considerarse ciudadano al que no es más que un súbdito que no puede participar en las decisiones de la vida pública? La respuesta es negativa. La monarquía absoluta es incompatible con el estado de ciudadanía.
Ciudadanos ilustrados
La Ilustración surgió en el siglo XVIII y viene representada por las ideas de filósofos como Locke, Montesquieu, Kant y Rosseau. Kant definía la Ilustración como la salida del ser humano de la minoría de edad intelectual. Entendiendo la minoría de edad como la época en la que dependemos de otros. Por lo tanto la salida de la minoría de edad intelectual significa que el ser humano comienza a pensar por sí mismo.
Sin embargo, la crisis de la monarquía absoluta empezó un siglo antes en Inglaterra, con la denominada Revolución Gloriosa de 1688, cuando se instauró un régimen constitucional que equilibraba los poderes del rey y el Parlamento. Este es el nacimiento del Estado liberal.
La ciudadanía como posesión de derechos
Uno de los principales exponentes de la revolución liberal y de la teoría del contrato social fue Locke.
Según Locke ningún poder es legítimo si no cuenta con la aprobación de los gobernados. La función del Estado es asegurar los derechos individuales: libertad, igualdad y propiedad.
Defendía una concepción liberal del Estado y de la ciudadanía, estas libertades solo pueden hacerse efectivas bajo la tolerancia, entendida como libertad religiosa y la no interferencia del Estado en cuestiones de conciencia.
Un gobierno liberal no puede imponer a los ciudadanos ninguna creencia religiosa, ideología política o norma moral. En consecuencia, liberalismo y tolerancia son conceptos inseparables.
La ciudadanía como participación en la voluntad general
La ilustración francesa supuso un Estado democrático. Rosseau defendía el interés general por encima de los intereses individuales. Hay que aclarar que la voluntad general no es la simple suma de de las voluntades individuales. Por lo tanto es necesario fomentar los sentimientos de fraternidad y de pertenencia a una nación.
Las revoluciones americana y francesa
Las ideas ilustradas tuvieron una gran influencia en los cambios sociales y políticos del siglo XVIII, sobre todo en las revoluciones americana y francesa.
El pensamiento de Locke impregna la Declaración de Independencia de Estados Unidos de 1776, donde los antiguos súbditos de las colonias se convirtieron en ciudadanos de un nuevo Estado, cuyos fundamentos eran los derechos como la libertad y la igualdad. Se constituyo un gobierno liberal y democrático en el que la tolerancia resulto fundamental.
La revolución francesa se inspiró en las ideas de Rousseau, la voluntad general. Sin embargo estas ideas son incopatibles con la monarquía absoluta, la cual fue derrocada para instaurar una Republica de ciudadanos libres. Los excesos revolucionarios acabaron implantando el terror. A pesar de todas las sombras e imperfecciones de la revolución se implantó la soberanía popular y la consolidación de un estado de ciudadanía que perdura hasta nuestros días.